Busco por las calles
bares que me ofrezcan algo mejor
que la fría plaza que da vida
al candil de un solitario farol.
cruzas la calle y te asaltan las dudas
de mil ofertas de música y alcohol,
eliges el garito y entras
dejando fuera el mal humor.
frontera de paso que a un paso deja,
tus ojos del gris que aún sin color
alumbra las peores noches de invierno
de mis labios que buscan el calor.
Agoto mis horas tan rápido que vuelan
los chupitos de pacharán buscando tu vereda.
no me sirven otros genios de los “Charros”
que no me sonrían como ella.
da igual kalimotxo que cerveza
lo que me embriaga es su melena,
quiera el azar que nos volvamos a encontrar
fuera de esa frontera que es la barra de un bar.
Descansa este poema y en su lápida,
rezan los versos más triste de esta historia:
“A la musa que en mis sueños se la suda
de qué lado queden
los besos de la barra.”
