Anunciamos (anuncio, más bien y por ahora) la exclusividad en poesía que me apremia. No olviden tener en cuenta la cronología, la edad y los tópicos derivados del principio.
Aunque mi orgullo son las actuales, la evolución también marca.

domingo, 20 de julio de 2014

Ilusos abyectos.

Reconozco mi hastío,
acorde a mi tremendismo.
Nada será igual
mientras lucheis por lo mismo.
Qué harto estoy de escepticismo
cuando predigo lo que ya está escrito,
que la luna desperdigue su abrigo
y a la cara me digais que estoy vivo.
Perdón por este summum de cobardía
pero vi como desde aquí
volvía a parecer viva,
la estupidez del día,
mientras la primavera
parecía florecer,
vi cómo triunfaba la sequía,
en este campo de encinas
se valora la resina,
inutil en el florecer,
permanente por rutina.
Desde mi absorta retina
se ven historias de cortesía
de cómo una vez el destino
te engañó creyendo que eras mía.
Desafina esta melodía
la más dulce de las manos
que tiñeron la utopía.
Imperfecto, magullado y asombrado
renace un nuevo trazo,
en esta eterna caricatura
en la que nadie asume culpa
mas no es culpa de quién pinta
sino de la multitud de manos
que quisieron esculpirla.

Joder qué si,
y aquí quedaría,
perdonen por la insurgencia
pero su nombre cita.

Pendiente de rebeldía,
obcecada en apatia
desaliñada y enlazada,
grita.
Resuelto en entredicho
de los sueños que hoy escribo
cierren llenos de pena y cito
"los versos más tristes ésta..."
ni ninguna de las noches.
conocieron jamás su ombligo.

viernes, 18 de julio de 2014

Verde

Perdió la inocencia que le hizo parecer mejor
absorta en del resto la mierda
de las estrellas se olvidó.

Qué necia ahora que la mira,
echa de menos la hierba
dónde rodeados de gente se reían
de los relatos que a solas escribían.

Perra cómo la que más
compraba su mirada los perdones
con brillos de farolas
que caían de entre sus bosques.

Qué daría por volver a verme
en las hojas que cubren sus pupilas
que ahora cuentan historias
tristes sólo por ser antiguas.

Melancólicamente alegre
trae recuerdos del verde
de las primaveras que compramos,
perdidos encontrábamos el norte.

Ella arrastraba mi razón a su locura
y yo ataba su locura al suelo
banalizaba aquello que la molestara
pero si me giraba la perdía de nuevo.
Si pienso en ella ya no escribo
y si no la traigo a mi cabeza
siento a las moiras cortar mi hilo.
Pequeña, vuelve a la caja donde vivo
hasta que el mundo me vuelva a recordar
que los perdones jamás serán míos.