Anunciamos (anuncio, más bien y por ahora) la exclusividad en poesía que me apremia. No olviden tener en cuenta la cronología, la edad y los tópicos derivados del principio.
Aunque mi orgullo son las actuales, la evolución también marca.

sábado, 17 de diciembre de 2011

Homenaje a unos genios

No quiero ser un Becquer
que escuche voces al oido
de que esa mujer
era la que dormiría en tu ombligo

No quiero ser un Lorca
que hable con la Luna
mientras idolatra la belleza
que se pierde en las alturas.

No quiero ser un Kutxi
que bailando a oscuras
entre cubos de basura
encuentre el amor de otra perra,
verde como quien narra sus ideas
entre versos a caballo
sin espuelas ni herraduras.

No quiero ser un Robe
que abandone el mundo a su manera
para huir de la tortura
de verla cada noche salir
a echar carreras con la Luna.

No quiero ser Aitor Cuervo
que entre pinceladas de amor,
sexo y revolución
muestre de bar en bar
que la poesía todavía no murió.

No quiero ser Chinato
entre versos de paja
y cantos a los pájaros,
gotas de libertad
bajo de ala ancha,
un sombrero de esparto.

No quiero ser Sabina
y narrar los cuentos de mi vida
entre las caricias de una guitarra
que está manchada del carmín
de tacones tañiendo en despedida.

Que quiero ser como soy,
quiero perderme entre incoherencias,
dormir con las estrellas,
despertar con las sábanas empapadas,
maldecir las noches malgastadas,
durmiendo sin soñar
o dejando escapar a aquella
que perderme entre bocanadas me hiciera.

Perra suerte la del que se cree poeta y no lo es,
que escribe a cabezazos contra la pared,
con la rabia con la que se disparan salvas al cielo
diciendo adiós mientras me quito el sombrero
ante los maestros que ahora descansan entre los muertos
que son los poemas que escribo sin acierto
sobre las heridas de guerra que ahora son solo cieno
pero que algún día fueron caricias de tus dedos.

Agur compadres, compañeros,
de verdad que no quiero ser como vosotros,
la perfección requiere tiempo
y a mi me faltan huevos para perder la vida
al compás de métricas embebidas,
de madrugadas amarillentas por la nicotina
y de más desamores que cruces de pupilas.

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